Un lugar para compartir la hermosa experiencia de vivenciar el parto como un estado de entrega al Amor.

El deseo de vivir y la capacidad de lucha por la vida, que pertenecen a ámbitos regulados por el cerebro primitivo, maduran precisamente en el periodo perinatal, de estrecha dependencia de la madre, en un momento de máxima dependencia del exterior y nula capacidad para actuar sobre el mundo y para filtrar y dar un sentido de las experiencias. Por ello desatender sus necesidades físicas, emocionales y de estimulación; separarlo de la madre en el momento crítico -el nacimiento- ; no  cogerlo aunque llore, "para que no se acostumbre";alimentarlo a horas fijas, aunque lo reclame antes... es marcar profundamente en su inconsciente que, haga lo que haga el mundo sigue su curso sin contar con él;y es , por lo tanto, quebrar su capacidad de luchar por la vida y su deseo de vivir.
¿Qué ocurre, entonces, cuando un bebé se siente abandonado y aprende que llorar y gritar no sirve para nada? En un momento de la vida en que la "lucha o huida" no es posible, vulnerar gravemente las urgentes necesidades emocionales y fisiológicas del bebé le pone en una situación de inhibición de la acción que configura su equilibrio hormonal en un momento crítico de maduración. Pero además condicionará su capacidad para hacer frente a las nuevas situaciones de la vida creativamente, porque afectará la confianza en si mismo. Mientras el desamparo emocional conduce a un tipo de personas a una cierta resignación emocional y a la falta de confianza en si mismas, en otras puede producir reacciones de compensación, conductas dominantes e hiperactivas, con un profundo sustrato de carencia.

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